viernes, 1 de marzo de 2013

Miriam. (7)

DO!, Hola! ¿Qué tal te va todo? Espero que muy bien y estoy deseando que me perdones... pues no tengo mucho que contarte salvo que tengo la esperanza de publicar esta séptima parte pronto. Con la anterior me retrasé un montón y te pido disculpas, sin embargo ahora, 24 horas después, ¡ya me tienes aquí de nuevo! Me da un poco de envidia ver que mis compañeros son capaces de escribir con constancia en sus Bloggs o Diarios y yo soy mucho más intermitente, pero bueno, todo a su tiempo.
Lo primero que te quería decir es que siempre se me olvida dar las gracias a Jack... bueno, es el único que tiene permiso para leer tu versión en papel y eso, jajaja, no te rías Do, que me haces sentir estúpida. Lo segundo es que me encantaría poder empezar a enviar relatos a diferentes concursos y me preguntaba si tu conoces alguno que tenga buena pinta, si es así coméntemelo porfavor. Y nada más. Simplemente que aquí empiezo a contarte la séptima entrega de ''Miriam'', que a ver si para dentro de poco comienzan a pasar cosas interesantes.
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Sin esperárselo vio salir de detrás de las faldas de Inés a una niña de su altura, por lo que no e costó demasiado deducir que tenían una edad similar. Corrió a saludarla, pero se dio cuenta enseguida de que su rostro mostraba una mueca extraña e indescifrable, estaba claro que no era una niña muy normal, pensó Miriam, pero al menos podría jugar con ella. Sin embargo, nada más acercarse el la extraña joven dio dos pasos hacia atrás y casi tropieza al tratar de ocultarse en las ropas de su hermana mayor.
El muchacho rectificó y se presentó, tendiéndole la mano e invitándola a pasar. La chica vaciló un poco, pero un breve empujoncito de Inés la animó a presentarse. Su nombre era Helen, se parecía un poco a su hermana con el pelo liso y castaño claro y ataviada con un vestido similar, aunque aún más sencillo, que el de la chica mayor que ya estaba en el interior de la casa. Mientras le confirmaba que tenían la misma edad y  Miriam se esforzaba por entenderla, pues hablaba enormemente entrecortada y no parecía controlar demasiado bien el volumen de su voz, Jimmy seguía apoyado en el marco de la puerta observando todo desde el exterior de la vivienda y mostrando una sonrisa melancólica en los labios. Esta no sería la última vez que le viesen así, posando un hombro en el marco de la puerta, inclinado de lado y con un pie medio cruzado. Muchas otras veces se quedaría con esa misma mirada observando desde fuera la vida diaria de las personas, como si la cosa no fuese con el.
Los dos chicos de once años fueron al salón a reunirse con los demás, al habitante de la casa empezaba a picarle la curiosidad sobre que era eso que no podía ver y sin embargo, si sentir, el la tez de su recién conocida nueva amiga. Justo cuando avanzaba por el pasillo se percató de la presencia del único muchacho del grupo, Jimmy, al que para dar la mano tubo que ponerse de puntillas, pues era notablemente más alto que el.
Miriam hacía ya años que había dejad de saludar a los hombres con dos besos en la mejilla, pues todo el mundo se extrañaba de que un joven muchacho saludase como una mujer. Por ello ya no tenía ni que pensar en lo que tenía que hacer y le estrechó la mano al que, para bien o para mal, era su primo. Trató de poner la voz algo menos aguda de la que tenía, pero eso solo provocó una sutil sonrisa burlona en Jimmy y el pequeño respondió sacando pecho y tratando de parecer más grande de lo que en realidad era.
El primo de Miriam era alto y delgado, aunque tampoco esquelético, más bien parecía que hacía mucho deporte y no tenía grasa de mas. El pelo negro y revuelto y los iris como esas piedras, entre cobre, miel y reflejos castaños, llamadas Ojos de Tigre que siempre habían fascinado al muchacho más joven, tal vez simplemente por el nombre o porque, realmente, parecían las hebras de color de un ojo real. Vestía pantalones negros, camisa blanca, y un chaleco sin mangas negro. En la muñeca tenía una pulsera ancha de cuero y una cadena con un colgante de azabache que Miriam identificó enseguida como un Anj, una llave o cruz egipcia al cielo y a la vida eterna. Cuando se dieron las manos el muchacho se sorprendió del enorme tamaño de que tenían las de su compañero, pues eran algo excesivas para la constitución delgada del joven que estaba apoyado en su puerta.
-Encantado-Dijo, bajando hasta la altura de Miriam y prácticamente susurrándole al oído -Tu debes de ser Carlos, mi tía me ha hablado de ti.
-Carlos es mi hermano -Replicó el chico algo intimidado -Yo me llamo Miriam. ¿Tu eres..?
-Jimmy -Añadió -¿Está mi tía dentro? -El niño asintió con la cabeza -¿Puedo pasar a saludarla?
-Claro -Afirmó -Adelante.
Sin más presentaciones jimmy cruzó por primera vez el portal de La Casa de los Pianistas y cerró la puesta tras de si, cerrando también el destino de todos los que estaban en su interior.

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Bueno, bueno, bueno, Do... Parece que llevo dos días publicando el mismo día que empiezo la entrada. ¡Y además dos días consecutivos!, me gusta esta sensación la verdad :P... como puedes ver estoy realmente nerviosa por contarte esta historia por lo que no creo que tarde en continuarla. Gracias por aguantarme Do, saludos.

P.D: Epica es un grupo que me parece algo aburrido... pero parece que me ayuda a concentrarme (bueno, cuando hay guturales si que lo disfruto un montón, para que negarlo JAJAJA))

2 comentarios:

  1. ¡¿Quieres guturales?! ¡Escucha a Maximum the Hormone! xDDDDDD

    Ahora en serio, me encanta esta historia, ¡¡no puedo esperar a la siguiente entrada!! ¡Sigue así!

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  2. Alaaaaaaaaa *___________* jo tia, me motivas muchisimo XD mil gracias... a ver si hoy me da tiempo

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