jueves, 24 de enero de 2013

Miriam (2)

Bueno Do, esta vez te escribo con un disco de Marelyn de fondo. No he escrito mucho, pero creo que por ahora es mejor publicar cositas, aunque sean un par de párrafos, que no escribir nada.

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Miriam era un chico dulce, tenía esa sonrisa de niño travieso que gustaría más tarde a las chicas de su clase. Tenía en pelo de un color rojizo oscuro, liso, e imposible de mantener peinado durante mucho tiempo. Lo ojos grises y era pequeño y delgado para su edad.
No era ni de lejos el más fuerte de clase, ni había besado a una chica todavía, aunque era el que mejor se llevaba de clase con ellas. Mientras leía el libro, en su cabeza sonaba los discos de vinilo que Pilar le traía una vez al año, por las fiestas del cumpleaños del Rey. Eran canciones de antiguas películas indias y árabes por las que el estaba fascinado. De repente, oyó unos pasos en la entrada y cerró el libro, escondiendo entre las cortinas, salió al encuentro de quien quiera que fuese. Dejo atrás la ventana del estudio, en cuya repisa estaba apoyado para leer, y se dirigió a la puerta.
En medio del camino se encontró con Pilar, que le informó que sus sobrinos venían de visita. Normalmente no era muy normal que las empleadas alojasen a familiares en casas de sus amos, pero dado que eran hijos de unos apoderados burgueses y que María estaba buscando desesperadamente parejas con las que casar a sus hijos, aceptó la estancia de estos con gusto, a cambio de que la empleada pagara de su bolsillo el alimento de estos.
Miriam esperaba cualquier cosa menos lo que descubrió tras la puerta. En la entrada habían varios muchachos. Una niña de la edad de su hermano Rafael, de unos cuatro o cinco años, con un pomposo vestido burgués, un muchacho algo mayor que el, de unos veinte años calculó Miriam, una joven que tendría catorce o dieciséis años, y un bebé.
El muchacho de la casa se presentó, simplemente, como un habitante más, y se fijo en la belleza de la chica que tenía enfrente. De repente, y logrando sobresaltar a Miriam, apareció cogida de la mano de la chica mayor otra niña, esta vez de su misma edad. En un primer momento se alegró, pero luego observó que había algo raro en su cara.

Todos vestían con ropas de la alta burguesía, pero parecían algo pasadas de moda y desgastadas. Los cinco sobrinos de Pilar atravesaron el pasillo hasta el salón donde el chico más mayor, que se presentó como Jimmy, trató de entablar una amistad con Miriam que recibió el gesto con entusiasmo y esperanza, pues iba a pasar todo un año con ellos (aunque esto aún no lo sabía nadie)
Los dos chicos ignoraron a las hermanas de Jimmy y siguieron jugando a pelearse, no tardarían en sentirse como hermanos. Cuando, a las seis de la tarde, el sobrino pidió a su tía que el reparto de habitaciones se hiciese entre chicos (donde incluyó a Miriam, que dormía separado del resto de sus hermanos en la parte de servicio de la casa) y chicas, esta no pudo más que reírse. Pero tras la insistencia del chico de doce años, aceptó con resignación mirando a Miriam con complicidad.
 Maria y Federico, los padres biológicos de Miriam, se presentaron en la sala a la hora de la cena (pues a la hora de comer el trabajaba y ella estaba dormida trás una noche de guerra con su bebé) y mandaron a Pilar a ayudar a poner la mesa a Marisa, la cocinera de la casa. De mala gana por tener que separarse de sus sobrinos recién llegados de lejos.
Ese sería el punto de ruptura, lo que haría que la vida de Miriam cambiase para siempre. Hacerse amigo de Jimmy.

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