jueves, 28 de febrero de 2013

Miriam. (6)

HOLA QUERIDO DIARIO! Se que hace mucho que no te escribo, pero he estado muy ocupada :3.. ¿sabes?, he conocido a unos chicos muy muy majos. Una de las chicas, Kaeru, ha estado espiando lo que escribo y le ha gustado. Así que con tu permiso voy a mandarle un saludo a esta intrusa de diarios y decirle que bueno.. que esta página la he escrito por ella, la sexta ya de esta historia.
Ya lo se Do, a mi tampoco me hace ninguna gracia el nombre de Jimmy.. ¡Piensa tú algo mejor por una vez!. Por otra parte ando buscando concursos de relatos a los que apuntarme (Y gente que esté dispuesta... así que ya sabes Do.. si sabes de alguien dile que me lo comente y hablamos XD).

.............................

El día que Jimmy llego a La Casa de los Pianistas tenía 11 años y estaba leyendo en la biblioteca de vivienda de sus padres junto a la ventada que daba a la calle, sentado en la cornisa para aprovechar al máximo las últimas luces del día. Sonó el timbre y allí se presentaron todos, en su puerta, como completos y absolutos desconocidos... El niño no imaginaría jamás la cantidad de acontecimientos que podían derivar de una sola decisión, de un hecho aparentemente aleatorio e inofensivo, pero que sin duda sería el desencadenante de todos los actos que tendrían lugar con el paso del tiempo gracias a su primo, como Miriam le llamó desde el momento de su presentación.
La niña pequeña se llamaba como la hermana de Pilar, Julia, era extremadamente adorable aun que demasiado estirada y educada para su edad, el vestido color crema que llevaba ajustado en el tronco y absolutamente pomposo a partir de la cinturita de la niña estaba hecho, sin duda alguna, para llamar la atención. Tenía una voz aguda y bastante desagradable, además era muy repipi como bien dijo el hermano de Miriam, Rafael, de su misma edad. Julia era de esas pequeñas criaturas con la delicadeza en la mirada, el pelo liso y de un castaño claro amarrado con una trenza de espiga en su nuca, unas manos finas y muy pequeñas incluso para su tamaño, y al caminar más bien parecía flotar... su tía solo pudo decir lo encantada que estaba de conocerla (pues no veía a su hermana desde antes del nacimiento de esta) y lo guapa que sería de mayor, que seguro que alcanzaría la hermosura de su madre. A Miriam le parecía muy cómica la idea de que la hermana de su comadrona fuese tan hermosa, siendo tan vulgar la mujer que hacía las veces de su madre, pero lo dejó correr. Y así fue como entró la niña antes que ninguno de sus hermanos mayores y saludó a Rafael, que estaba expectante con sus enormes ojos miel brillando tras las definidas pestañas negras de los niños.
La segunda en presentarse fue Inés, que debía de tener unos catorce o dieciseis años y que era extraordinariamente bonita. Era una chica con una cara muy mona, algo aniñada pero muy agradable y, al contrario que María, tenía la piel suave y blanca pero no envolvía huesos que amenazaban con romperse, si no que tenía un saludable tono rojizo en las mejillas y bajo las telas de su vestido azul (mucho más discreto que el de su hermana) se dejaban adivinar unas curvas de quien entra en la adolescencia y no es del todo delgada... a Miriam le parecía sacada exactamente de uno de los libros de pintura de la biblioteca, una de esas mujeres jóvenes que aparecían en la Z, junto al nombre de Zorn. Era esta, de hecho, la única manera en Al-Sófobi de ver mujeres desnudas.
Miriam soñaba con ir algún día a la Biblioteca de Al-Sófobi que era ciertamente una de las más majestuosas de todo el continente, de las más grandes y completas, y sobre todo de las más antiguas... mucho más que la de Állodox, que era un moderno edificio de piedra blanca y cristal que aparentaba ser un edificio gubernamental más de la gran metrópolis. Pero por ahora tenía que conformarse con frecuentar la pequeña biblioteca del otro lado lado de río, en la calle de la imprenta, y allí ojeaba libros de todo tipo y sobre todo de arte. Este tipo de encuadernados los leía al contrario: de la Z a la A, y lo mismo hacía con la mayoría de datos de los libros de consulta... a no ser que fuesen cronológicos, claro, por eso conocía cada fotografía que el libro traía sobre Zorn, y por ello pensó en el nada más ver a Inés, y no le parecía tan extraño que compartiese genes con su tía Pilar.
En los brazos llevaba un precioso niño con la piel de leche, de esos que nada más verlo se podía adivinar sin duda alguna que pertenecía a una familia pudiente. Estaba gordito y con las mejillas rosas y las piernas fuertes y rechonchas. Debería de tener unos siete meses y pesar bastante, así que sin pensarlo demasiado y con intención de aliviar los hombros de Inés cogió el al bebé en su colo y, claro, ¿Que hacía el joven de una casa de una familia de bien encargándose de los hijos de otros?, pues estaba claro que tenía mucha experiencia. Miriam, al darse cuenta de su error, dio el niño a su tía Pilar y saludó a la joven, quien además de decirle su nombre le dijo el del bebé, Luca, que permanecía plácidamente dormido en los brazos de su hermana hasta que el muchacho se lo pasó a su comadrona, que se revolvió un poco sin llegar a despertarse y antes de darse cuenta de nuevo se le oía respirar suave y rítmicamente en el pecho de la mujer.

4 comentarios:

  1. Muy precisas tus descripciones, he de mencionar especialmente la del bebé, intensa y vívida.
    Espero que avance más la línea factual y temporal en las siguientes entradas.

    ResponderEliminar
  2. Luca es por una canción de Susane Vegas XD Muchas gracias.. si.. poco a poco

    ResponderEliminar
  3. ¡Me encanta! Gracias por dedicármelo *O*

    P.D.: La palabra "colo" es un galleguismo, deberías cambiarla por "regazo"

    ResponderEliminar
  4. LOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL *______* ni me había fijado XDD mi madre también decía ''colo'' XD Gracias XD (Bueno XD así se queda.. es mas adorable *_*))

    ResponderEliminar