lunes, 28 de marzo de 2016

Mierda con tomate.

Estoy sentado en na cafetería del centro sin saber bien que escribir. Llevo ya un par de cervezas encima y mis dedos se deslizan por el teclado a la par que fluyen mis pensamientos, empastados y lentos (torpes, a causa del alcohol...tal vez sean más de dos las cañas que he tomado). No se muy bien que me ha impulsado a coger el portátil y salir de casa pero aquí estoy, solo y asustado. Ya no  soy el niño que escribía sobre pieles doloridas ni cuchillas afiladas, ahora esas cuchillas son mi marcapáginas particular y la soledad es distinta... el amor es una mierda, pero una vez que lo has experimentado lo echas de menos. Tantos años juntos se convirtieron en una forma de vida, pero casi me llevas al sucio suicidio pequeña, y eso no voy a volver a consentirlo. Ahora te has convertido en poeta, has invadido mi espacio y mi vida, te encuentro en recitales de poesía y en garitos de rock, te encuentro en el centro y en las afueras, en cada vestido y en cada desconocida... y es una mierda porque te odio. No aguanto tu voz de pito ni tus bromas recicladas del cubo de la basura. 
Mientras golpeo estas teclas me siento un artista dibujando el perfil de una mujer desnuda, entornado las curvilíneas caderas y dejando que las motas de polvo entren por la ventana abierta de una habitación de motel. La música de ascensor suena en los altavoces de estas cuatro paredes bien iluminadas, con olor a café y chocolate recién hecho.  Últimamente no hago mas que compartir cama con auténticas desconocidas, fumo tabaco y meto la nariz en libros con las páginas impregnadas de tiempo y humedad, amarillentas y usadas. No es una mala vida pero al final estoy solo, escribo por que no hay un plan mejor, por no estar encerrado en mi piso dándole vueltas a la cabeza sobre mi existencia y mi día a día (del trabajo a casa y de casa al trabajo. Menuda cosa). Podría decirse que básicamente me aburro. Me aburro de todo, de mi, de ti, de la puta vida y las mujeres putas, de mi pelo, de la ciudad, de absolutamente todo. Tengo ganas de marcharme a Valencia. Muchas. Tal vez lo haga.
En fin, no me queda otra que publicar en un blog perdido de internet, solo por no estar solo, solo por hacer algo, sin la menos inspiración ni ganas de nada. Decidido:Me marcho a Valencia. 

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