Permaneces desnuda junto a mi, no se tu nombre ni tus apellidos, no se tu edad ni el color de tus ojos, desconozco donde vives o siquiera si tienes casa, no me has dicho si tienes unos padres o un hermano que te aguarden para cenar, no tengo certeza de si tienes pareja, de si desayunas café, o de si alguna vez has visto la nieve... pero permaneces a mi vera, respirando algo entrecortadamente mientras tu pecho sube y baja pacíficamente, ajeno a toda la actividad tintineante que hay en estos instantes en mi cabeza, ajena por completo a que te observo y estudio extrañado tu pálida piel. Estas perdida entre mis sabanas azul-zián, con los parpados cerrados y el maquillaje corrido (supongo que es un intento de parecer mayor), susurras a veces algo inteligible entre sueños, tu rostro no tiene nada de particular, de medio lado, dándome la espalda...y sin embargo estas aquí, en mi cama, en mi habitación, mientras la lluvia golpea los cristales monotonamente y la sirena de una ambulancia desgarra el silencio de la noche.Apenas hace unas horas que te estreche la mano por primera vez en un garito del centro, nos presentaron y me dijeron tu nombre pero no lo recuerdo, perdona, soy un desastre para estas cosas y la verdad, tampoco me interesaba demasiado recordarlo, lo mas probable es que no volvamos a vernos y si lo hacemos fingiremos ser los perfectos desconocidos que somos. Suena extraño ¿no crees?, el nuestro ha sido un amor con Sabina de fondo y el tictac del reloj marcando los tempos, un amor efímero entre cigarro y cigarro casi una cajetilla por cabeza, con las bocas pastosas y las caricias intimas, lentas, suaves, sin prisa, tanteando el terreno sobre el que dar el siguiente paso. Pasos que ya han acabado.Casi puedo palpar el aire cálido que entra por tus pulmones, saborear otra vez el intenso aroma a tabaco de tus labios y tocar con mis dedos tus orgasmos prematuros, hasta que la adrenalina y el agotamiento vuelvan a dejarte completamente esauxta, con las piernas temblorosas y la mirada nublada vuelta hacia el techo blanco...y todo lo demás es lo de menos. Lo demás son los detalles que permanecerán eternos e imborrables, que serán verbo y que jamás desaparecerán, pues han quedado a fuego grabados para siempre entre estas líneas.
Se de sobra que esta no ha sido mas que una anécdota más que apuntar en tu calendario de adviento un trocito de dulce chocolate negro...pero reconocerás que ha sido una anécdota divertida. Pequeña desconocida azulada, tengo que decirte que va a ser imposible que no me lleve a la tumba la memoria de tus rodillas llenas de heridas y moratones, enrojecidas y amoratadas por el frío. Permanecerá en mi recuerdo el olor a nicotina de tus bragas violetas, la marca que las arrugas de mis sábanas han dejado en tu hombro, y tu extraña manera de pronunciar la 'erre'... y sin embargo permaneces desnuda junto a mi, no se tu nombre ni tus apellidos, no se tu edad ni el color de tus ojos, desconozco donde vives o siquiera si tienes casa, no me has dicho si tienes unos padres o un hermano que te aguarden para cenar, no tengo certeza de si tienes pareja, de si desayunas café, o de si alguna vez has visto la nieve...¿no es un poco extraño? No se que voz tendrás al despertar, ni si recordarás algo de lo que pasó anoche mientras nos besábamos en cada farola, en cada estación de Metro, en cada rincón, hasta abrir (torpes, borrachos y encendidos) la puerta de mi piso. Así pues he decidido escribirte esta carta, para no sentirme solo y ajeno a tu pelo negro.
Atentamente: A la desconocida de mi cama.
Se de sobra que esta no ha sido mas que una anécdota más que apuntar en tu calendario de adviento un trocito de dulce chocolate negro...pero reconocerás que ha sido una anécdota divertida. Pequeña desconocida azulada, tengo que decirte que va a ser imposible que no me lleve a la tumba la memoria de tus rodillas llenas de heridas y moratones, enrojecidas y amoratadas por el frío. Permanecerá en mi recuerdo el olor a nicotina de tus bragas violetas, la marca que las arrugas de mis sábanas han dejado en tu hombro, y tu extraña manera de pronunciar la 'erre'... y sin embargo permaneces desnuda junto a mi, no se tu nombre ni tus apellidos, no se tu edad ni el color de tus ojos, desconozco donde vives o siquiera si tienes casa, no me has dicho si tienes unos padres o un hermano que te aguarden para cenar, no tengo certeza de si tienes pareja, de si desayunas café, o de si alguna vez has visto la nieve...¿no es un poco extraño? No se que voz tendrás al despertar, ni si recordarás algo de lo que pasó anoche mientras nos besábamos en cada farola, en cada estación de Metro, en cada rincón, hasta abrir (torpes, borrachos y encendidos) la puerta de mi piso. Así pues he decidido escribirte esta carta, para no sentirme solo y ajeno a tu pelo negro.
Atentamente: A la desconocida de mi cama.
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