sábado, 26 de enero de 2013

Miriam. (3)

HOLA DIARIO! Valla, pues parece que cada vez nos vemos con más frecuencia! De hecho ahora le estoy pillando el gusto a esto de escribir y me he abierto una cuenta en el foro de Laura Gallego. En ese foro estoy escribiendo también la historia de Miriam, y pensé que era necesario hacer una introducción de la historia. Ya la haré otro día, pero cada vez me ilusiona más esta historia, porque de hecho, no pretende ser demasiado extensa.
En el foro ya he conocido a una persona, que resulta ser compañero de clase de Diego D., el de Santander... CASUALIDADES DE LA VIDA!
Por otra parte he formulado una frase que me encanta :D y creo que se merece que la escriba aquí,  la frase es la siguiente:
''No son tus acciones lo que determinan quien eres, si no tus motivos''
Bueno, Do, la verdad es que no tengo mucho más que contarte, así pues, comienzo con la tercera parte de Miriam:
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Miriam y su familia vivían en una casa grande, con dos pisos, un sótano, un jardín, y una guardilla enorme. Cuando el muchacho era más joven, se pasaba las tardes en la guardilla, cazando ratones y fabricándose su propia casita debajo de una vieja mesa de madera. Unía telas y sábanas rodeando el canto del tablero y dejando que cayesen hasta el suelo, luego se metía bajo la mesa y colocaba cojines que había cogido del salón a escondidas, una lámpara de juguete, el tocadiscos viejo, y unos cuantos libros. Allí es donde se ponía a  leer hasta que Pirar o Marisa aparecían para regañarle y le mandaban a jugar fuera.
Los libros eran su pasión, y siempre los escogía de la biblioteca  conectada con pequeño estudio, donde estaba la ventana con cornisa donde leía de día. Devoraba libros a un ritmo alarmante, no importaba que fuesen libros prohibidos, o poco apropiados para su edad, de hecho, era eso lo que los hacía más atractivos. Era curioso ver, como a pesar de sus delicadas manos de pianista, podía desempeñar tanto tareas delicadas, como cuidar niños, cocinar, coser o dedicarse a los estudios, como tareas mucho más duras que consistían en mover muebles, apalear colchones o jugar al balón. Y todo esto lo hacía sin que sus manos perdiesen un ápice de su delgadez.
Otra de las pasiones que tenía Miriam era la música. Su amor por las partituras disgustaba mucho a su madre, quien consideraba eso como una mera pérdida de tiempo reservada para los pueblerinos de más baja categoría. En especial le encantaba el sonido de un piano de cola, sobre todo si era el quien lo tocaba. Y era esta la única actividad que compartía con su padre, un hombre bueno aunque muy exigente, que trabaja todo lo que su cuerpo le permitía para mantener a su familia (bastante acomodada, por cierto).
Federico había sido un maestro organista de joven, pero al casarse con María tubo que empezar a trabajar en una industria como empresario. El padre de Miriam comenzó su educación católica en la misma iglesia donde contrajo matrimonio, y por entonces aún tocaba de vez en cuando cuando había una misa especial (como la Misa del Gallo). A lo largo de su vida siempre estuvo vinculado a la iglesia, y eso se reflejaba en su actitud correcta y su rechazo ante el empeño de Miriam por semejarse a un varón.
Desde que era un niño el padre de Federico, un sacerdote de las zonas rurales de Allodox, le había educado según la Bilbia y el había seguido sus pasos anudándole en las misas como monaguillo. Dado que era un hombre bastante austero y sencillo que no ganaba mucho, por lo que tenía que ir de parroquia en parroquia para poder comer caliente(casi siempre en casas a las que la faamilia le invitaba a cenar). Los recuerdos que el padre de Miriam aún conservaba de su propio padre eran precisamente esos, las misas, las lecciones de lectura con la Bilbia, las comidas con cuchara de palo en las casas ajenas y, por encima de todo, los viajes.
Como apenas ganaban para comer, eran nómadas y siempre estaban viajando haciendo, lo que su hijo mayor llamaba, autoestop. Pero casi siempre tenían que ir a pie con la mochila a cuestas y alimentando a base de comida seca y conservas, calentadas en las hogueras que encendían a la hora de dormir junto a la tienda de campaña con los sacos de dormir en su interior. Y así, poco a poco, Federico aprendió a leer, a amar a Dios, el arte de suministrar dinero y trabajar con la madera. También comenzaron así sus primeros contactos con el órgano.
Sin embargo, a los 12 años, su padre murió y tubo que ir a vivir a Allodox, con sus tioabuelos, unos afinadores de pianos con bastante poder monetario y fama. Con los años terminó siendo el aprendiz oficial de la familia. Trabaja muy bien con las piezas delicadas del piano, apreciaba la música y tocaba de maravilla, además su estilo clásico y sencillo le deparaban un futuro prometedor. Era un buen trabajador, exigente y cumplidor, pero un incendio en la vivienda devoró la madera un mes antes de contraer nupcias con María. Tras la catástrofe económica los maestros no podían seguir pagando el sueldo de un aprendiz y no tuvieron más remedio que despedirle, no sin antes conseguirle un puesto en una fábrica de la cual el dueño era su amigo.
Federico trabajó noche y día para mantener a sus primeros hijos, y su constancia y pulcritud a la hora de desempeñar cualquier tarea, no tardaron en convertirse en ascensos en la empresa hasta su actual puesto de empresario, y no de obrero. Era tan bueno como directivo de cuentas gracias a su capacidad de suministrar el dinero tan hábilmente, conducta que adoptó gracias a los escasos bienes que entraban en su casa cuando  vivía con su padre.
Todas estas vivencias hicieron de Federico, un hombre práctico y rígido, cuyas únicas pasiones eran la música y la religión, aunque también amaba trabajar con la madera y hacer figurillas y cunas para pintarlas más tarde. Aficiones que compartía con su hija.


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Por cierto, se pronuncia /Álodox/


2 comentarios:

  1. Me encanta, por favor sigue escribiéndo.
    Además estoy viendo reflejados algunos hechos recientes de tu vida, como el tocadiscos :)
    Por cierto, se pronuncia Alódox o Álodox?

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  2. Álodox XDD lo escribí mal con las prisas :S
    Gracias... tengo que ponerme a ello ya. A ver si hago algo esta tarde

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