miércoles, 24 de abril de 2013

Puta crisis.

Hola Querido Diario.
El otro día al llegar a mi casa, vi a una pareja parada en mitad de la calle, ella lloraba y el, con ojos tristes, trataba de consolarla. Se que a estas alturas se habrán escrito miles y miles de historias sobre la crisis, pero esto, me hizo pensar sobre lo cerca que me tocaba sufrirla.
Las dos personas estaban mirando al cielo, en un principio no supe que hacían o porqué lloraban, pero solo tuve que alzar la vista para adivinar lo que estaba ocurriendo: El cartel del restaurante que había bajo mi casa estaba descolgado y, las antes concurridas mesas, vacías. El local había cerrado sus puertas.
Entonces me dio por pensar en las esperanzas rotas en aquel pequeño negocio, en los sueños e ilusiones, en los momento vividos en cocina y en las desilusiones vencidas. Y joder... hay miles de familias, de locales, cerrando sus puertas día tras día, y no es culpa de ellos.
Imaginé a la anciana zapatera de la calle contigua, sin familia pues sus hijos hacía años que habían partido a Francia, con su mujer y dos hijos, frente a la tiendecita de siempre a la que no hace tanto tiempo, acudían las señoras del barrio a contar sus chismorreos. Pequeña y desorganizada, había sido un hervidero de historias suculentas, aguardando a que se propagasen nuevos rumureos pero ahora... ahora ya nadie quedaba de aquella época y la mujercita, bajita y regordeta, echaba la llave por última vez.
Por supuesto esta escena no la presencié, pero la del local si y yo...Yo me sentí tan inútil que... pensé en detenerme  en decidles que lo lamentaba por ellos y que ese cartel azul (Que luego cambió a marrón) permanecería en mi recuerdo, pues lo había visto día tras día en la puerta de mi casa. Pero claro, pensarían que estaba loca. Además, era un momento de despedida, como si de un familiar cercano se tratase, y era demasiado íntimo para entrometerme.
Aquel hombre parecía tan débil y agotado como ella, pero a pesar de eso pasaba el brazo por los hombros de su mujer y la estrechaba, como para protegerla de un monstruo económico que se adentraba en sus sueños y los convertía en pesadillas, solo que este era muy real. Ninguno de los dos parecía poder sostenerse en pie, ni resistir mucho tiempo con los ojos secos que brillaban, al contacto de la luz de una farola. Casi todo el tiempo permanecieron rígidos frente al cartel del restaurante, apenas se movían para cambiar el peso de una pierna a otra. El tiempo transcurría lento y no necesitaba estar en su situación para sentir como me retorcían el corazón aún latiendo en mi pecho. Era como si hubiesen decido conceder la eutanasia a un hijo de más de 20 años y presenciasen su último suspiro. Y ese instante lo estaba observando yo, desde la oscuridad del completo anonimato, protegida por la cortina de indiferencia que aportaba mi la poca distancia que nos separaba.
Así pues, me quedé en mi portal, con las llaves en la mano y aguardé, hasta que la pajera abrazada comenzó a caminar, pasó por delante de mi, y se perdió a lo lejos entre las farolas de la ciudad nocturna.
No volví a verlos...

Puta crisis.

..............
En memoria de los sueños muertos de los afectados por la crisis. Espero que renazcan algún día.



.................
HEY DO! Este es uno de los microrrelatos que tenía a medias desde hace tiempo. Te lo he escrito tras la mejor crítica que he recibido hasta la fecha... de un gran blogger y vlogger XD. Ha sido genial y me ha hecho una ilusión infinita... así que gracias. Dale las gracias Do, le debemos un salto de alegría y una subida de ego :D
P.D: Es una escena que he vivido. Tal cual la describo... sin florituras ni nada. Es cien por cien real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario