miércoles, 8 de enero de 2014

Querido Diario B: (Necesito sincerarme)

Me duele la piel, arañazos, golpes, cortes...surcan mis caderas, mi vientre, mis piernas y mis brazos. La ansiedad, la soledad, la impotencia y el silencio... da igual cuanto grites, cuanto llores cada noche en tu cuarto que nadie te oirá si cierras la puerta, las paredes solo oyen lo que quieren oír. Escucho los problemas de otro, valgo de apoyo y callo mis miedos, complejos y temores. Oculto mis rodillas temblorosas tras un manto de seguridad y locura inconexa y sin sentido hasta convertirme en el esperpento de mi mismo.
¿Adolescente? si, pero no odio mi cuerpo, aunque si mi cara, odio mi vida, mi vagancia, mi forma de ser... tiro el anzuelo de la felicidad pero no parece que ningún pez valla a picar esta vez. Escucho música, reviso mis redes sociales en busca de alguien con quien hablar, pero todos se han ido ya, o no quiero hablarles de mi, es mas fácil si no te conocen. Siempre es sí. En cualquier caso tengo la música y un viejo Diario lleno de notas de suicidios.
El roce de las sábanas me duele cuando se posa sobre mis hombros, una cuchilla se encargó de romper la piel anoche y ahora me duele. Es el peso que llevo a mis espaldas, los años de depresión y silencio sepulcral cuando me preguntaban como estaba. Miedo a los que me rodean, a que me hagan daño aunque no lo tengan planeado, a que siga creciendo el monstruo de mi pecho, que ocupa espacio agazapado, creando nuevos nudos en mi garganta, en mi estómago, y en mis costillas. Mis dedos se deslizan sobre el teclado de un Mac nuevo, en la claridad de una bombilla encendida mientras mi hermano mayor me pregunta que haré hoy para cenar, ajeno a mi dolor.
Nunca nadie sabe que es lo que escribo, ni yo mismo lo se, hace tiempo que perdí la cuenta de las notas de suicidio y de las cartas rogando una salida. De un año a otro el deseo que pedía al soplar las velas de mi tarta de cumpleaños pasó de ser ''la paz mundial'' a ''morir''. Sin más, sin yo darme cuenta. Y no es que ahora desee acabar con mi vida, eso pertenece ya al pasado, ahora es más bien como si quisiese... poner punto y final a la vida que llevo, empezar de cero, ser alguien nuevo y mejorado en un entorno nuevo. Mis libros, mis amigos, las historias que creo, todo eso comienza a quedarse pequeño para mi, ya no es bastante para que pueda moverme. Se ha vuelto un espacio angosto y agobiante que no me deja respirar aire puro pero, ¿Que otra cosa puedo hacer? el dinero escasea y me da miedo salir fuera, esa es la realidad.
Mi sucio secreto es el daño que le hago mi piel, son las noches en vela que no se si son el insomnio que da pie al dolor y la depresión, o el dolor que no me permite dormir. Mi sucio secreto es rogar a un Dios sordo en el que nunca he creído que no queden cicatrices, que nadie lo vea, que nadie pregunte... es ver en internet fotografías de gente que hace lo mismo que yo, preguntándome si algún día llegaré a límites tan alarmantes, la edad de esos chicos y chicas, y si es cierto que tantos y tantos lo hacen por odiar su cuerpo. ¿Que porque lo hago yo? Simple. Los hay quienes cuando se enfadan golpean la pared, o su cerebro bebiendo y fumando marihuana, gritando o desahogándose con otros..yo me rompo la piel, con un imperdible, la cuchilla de un sacapuntas o la de un cuter, un alfiler, o cualquier objeto afilado que caiga en mis manos. No hago daño a nadie y no comprendo el miedo que provoca en los demás si siempre ha sido así, siempre lo he pagado todo conmigo mismo. Es solo que ahora se ve.
Ya me he parado a pensar en lo irónico que resuelta que critique que otros lo hagan pero...otros no son yo, a mi no me importa que me golpeen, que me arañen o me utilicen, pero no está bien que otros sufran en silencio, o, o tal vez condene a los que lo hacen para que se vea, a los que lo muestran a todo el mundo y fotografían sus cortes en las muñecas, yo jamás lo he hecho en las muñecas, es un lugar demasiado visible y obvio. Yo lo oculto, no por vergüenza, si no porque me asusta que alguien sepa que he llegado a estos límites y no me interesa que nadie se preocupe y comience a hacer preguntas incómodas. 
Me calma sentir el metal, el ligero escozor que le precede, la adrenalina que me sube mientras me rasgo, y ver después como solo de algunos brotan minúsculas gotitas de sangre y como se enrojecen poco a poco. Lo hago tan suavemente, tan superficial, que no manchan, no quiero que quede cicatriz, marcas visibles, huella material de mi dolor. Recuerdo que empecé una tarde en la pierna derecha y para que quedarse la constancia de alguno...uff, no tenía valor y era algo casi imposible, apenas tenía uno o dos de un único centímetro. Con el tiempo el muslo se llenó de líneas, todas de similar tamaño, desordenadas y débiles, pero luego pasé al vientre, y aumentaron en número y tamaño, eran varios arañazos horizontales seguidos, hechos rápida y mecánicamente. Los muslos, la pierna izquierda, alguno en la pantorrilla...todo eso vino más tarde. Ahora ya son cortes, en el hombro, en las piernas... alguno suelto en la rodilla, el tobillo, la mano o el brazo, pero con cuidado de que no parezcan hechos a propósito. Trato de evitar el torso, pues es visible y muy tentador, es uno de los mejores lugares.
Y si, ayuda a controlar la ansiedad, calma los nervios y me permite de vez en cuando dormir unas horas. Sentir como el tiempo se te escapa, como se va tu vida sin exprimirla, como sacas malas notas en la escuela por pura vagancia,  como pierdes amistades y días sin más, como la niñez queda ya cerrada...todo eso es lo que me mantiene en este estado de permanente cambio, de dolor y de silencio. Se que la primera lo hice para hacerme consciente, a mi mismo, que mis bajones emocionales no eran un caso aislado, si no que eran algo real y constante.. pero ahora se ha convertido en el modo de evitarlo, en el alivio instantáneo, y no pienso dejarlo aún, no hay mucho más que me permita no tener ataques de ansiedad.
Es curioso, si te paras a pensarlo: El dolor más interno, más profundo y personal, termina reflejándose en la piel, en la superficie más externa de ti mismo, visible y material para todo el mundo. Pero no quieres que nadie lo sepa. Es curioso, complejo y  asusta, es algo que si empiezas no dejas, como el alcohol... yo he preferido la cuchilla de un sacapuntas a una botella de Vodka de marca blanca, pueden criticarme, decir que solo busco llamar la atención, o asustarse, pero esa no es la verdad, yo sigo pensando que es menos dañino para mi, que lo hago para estar bien (o menos mal) y que es algo personal, es mi secreto, mi sucio secreto. Es una pequeña parte de vida. No puedes juzgarla sin conocer el resto 
No fumo, no bebo, no hago locuras, soy tranquilo y no me meto con la ley ni con nadie en la escuela. Yo solo me hago el loco, soy una caricatura de mi mismo, a veces puedo llegara a ser insoportable pero internamente soy esto. Soy el dolor, la cabeza fría que hace que me arañe con una cuchilla rota de un cuter, que me hace parecer fuerte, y que me provoca un alivio tan grande que casi es placentero. Estos son mis motivos y esto es lo que hago, ahora podéis creerme o no, criticarme o no. Pero no lo hago buscando atención, estética, o porque odio mi cuerpo...si no por que se me va la fuerza y el estrés por cada uno de los arañazos. Me froto con la uña hasta hacerme sangre, me rompo la piel con un alfiler o una cuchilla de las que hay en mi estuche, he llegado  hacerlo hasta con viejos hierros recogidos del patio de mi antiguo colegio, me doy puñetazos en mi propio cuerpo pero, eh, no destruyo mis neuronas a base de drogas o hago daño a personas ajenas para seguir adelante. 
Es solo que...es solo que me duele la piel de pensar, de estar sin equilibrio cerca del precipicio, son los años de silencio suicida y ahora la certeza de que todo me supera. Es mucho tiempo ya de hacerme paranoias con los problemas que se me han cruzado en el camino, o que yo mismo cree, yo que sé yo. Son la prueba física del peso que llevo a mis espaldas, de mi hermano y mi padre ciegos ante el miedo y la desesperación que pueblan mi cuarto, del monstruo que vive bajo mi cama y mi pupitre. Ahora sufro diferente, y no escribo notas de suicidio y las pego al somier o las escondo bajo la almohada... ahora solo escribo cartas rogando a un Dios sordo en el que nunca creí para que no queden cicatrices. Porque necesito sincerarme, necesito contárselo a alguien. Necesito que alguien sepa que me duele la piel.


Querido Diario B.

3 comentarios:

  1. Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs y por mi parte te pediría un enlace hacia mi web y asi beneficiamos ambos blogs con mas visitas.

    me respondes a emitacat@gmail.com

    besoss!! ^_^
    Emilia

    ResponderEliminar
  2. hola Abby lei tu mensaje te dejo mi correo babyochentera@gmail.com exitos

    ResponderEliminar